El bonito color que las hebras de azafrán proporcionan a las comidas y
su característico sabor
ligeramente amargo se debe a un conjunto de
pigmentos hidrosolubles. Para el correcto uso del azafrán hay que saber
sacarle el máximo partido y tener en cuenta que no por usar más cantidad
obtendremos mejores efectos.
¿Quién alguna vez no ha preparado un arroz vertiendo unas cuantas
hebras sobre la paella?
El resultado es decepcionante, un plato de color
blanco con algunas manchas amarillentas diseminadas justo donde ha
caído una brizna de azafrán.
Para que afloren todas sus propiedades los consumidores
experimentados suelen tostar las hebras. El método más tradicional
consiste en envolverlas en un papel fino y depositarlo sobre la tapadera
de la olla. Después de unos segundos de calor hay que triturar
presionando con las manos el papel o machacando en un mortero.
Una versión más moderna tuesta las hebras de azafrán manteniéndolas
durante unos 25 segundos en el microondas, cuando al tocarlas se
quiebran se colocan en un recipiente y se pulverizan. A continuación se
disuelven en un líquido caliente como agua o leche, porque el azafrán no
tiñe las grasas aunque si les transmite su poder aromático y sápido.
Sólo queda añadirlas a la receta que estamos preparando unos minutos
antes de apagar el fuego. Siguiendo estas instrucciones aumentarán las
propiedades aromáticas y el color del azafrán se repartirá de forma más
uniforme por la preparación.
La marca Carmencita, desde su departamento de investigación ha
desarrollado nuevos productos que atienden a las necesidades del mercado
de consumidores ahorrando tiempo y facilitando la elaboración de
recetas, como el azafrán finamente molido o el azafrán en spray, de
manera que unas simples pulverizaciones transfieren las propiedades del
azafrán al plato que se está elaborando.
El azafrán tiene fecha de caducidad, y se niega a dormir eternamente
en la estantería de las especias, con el tiempo va perdiendo
propiedades. Hay que tener en cuenta que existen distintas clases de
azafrán con características diferenciadoras según su lugar de
procedencia y los restos florales de estilo que contengan, que como
hemos mencionado, merman la calidad según el porcentaje del producto que
ocupen.
A la hora de conservarlo hay que observar algunas reglas ya que por
efecto de la humedad pierde cualidades aromáticas y expuesto a la luz
disminuye su color. En la actualidad las empresas que lo comercializan
protegen el producto para que llegue al consumidor en estado óptimo,
pero antiguamente se envolvían las hebras ya tostadas en pañuelos de
algodón que se guardaban en cajas de metal.
En cuanto a sus usos culinarios es muy versátil ya que interviene en
una gran cantidad de preparaciones: guisos, carnes, pescados, huevos,
salsas, verduras, mariscos, etc. Es ingrediente indispensable en arroces
y fideuàs ¡qué sería de la tradicional paella sin su color solar!
También resulta indispensable en uno de los platos más típicos de la
cocina provenzal, la sopa bullabesa, “bouillabaisse” también llamada
“sopa de oro” o “caldo de sol”, buque insignia de la cocina marsellesa,
una sopa de pescadores elaborada en su origen con las especies de menor
valor comercial en los mercados, que ha evolucionado hacia la
abundancia, con más de seis variedades de pescado distintos y la
incorporación de langosta.
Igualmente el azafrán es ingrediente indispensable en un buen número
de mezclas de especias, como ocurre en la India con el “biryani” un
plato cuya base es el arroz que se condimenta con clavo, canela, laurel,
cardamomo, jengibre, ajo, menta y coriantro, pudiendo sumarse o
restarse algún ingrediente, pero sin que falte en las variantes más
exquisitas el azafrán.
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